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Perfiles de "Hijos de inmigrantes"

Cuando los inmigrantes –árabes– llegan a un país extranjero se enfrentan a las dificultades que representa el idioma, el sistema legal, la búsqueda de trabajo, la posible y ocasional xenofobia… todas ellas nada más pisar el suelo pamplonés. Sin embargo, hay otra dificultad más sutil pero profunda, la radical diferencia cultural. Más allá de la noción de “cultura” global, cada país, o incluso cada zona geográfica tiene una cultura que le es propia. En el caso del inmigrante árabe, esta diferencia cultural es más radical que en el caso de los inmigrantes procedentes de Europa o los latinoamericanos, distancia que los árabes quizá compartan con los inmigrantes asiáticos, cuya cultura es también radicalmente distinta a la española y occidental.

 

La diferencia cultural tiene muchas facetas, más allá del idioma o incluso la religión. Las comunidades inmigrantes tienen que introducirse y amoldarse en una sociedad que le es ajena culturalmente, por lo que el proceso es lento y dificultoso. En la llamada primera generación de inmigrantes la adecuación a la sociedad puede ocurrir, pero la asimilación cultural es mucho más compleja e inusual. La dificultad de asimilación viene dada por factores como el hecho del natural aprecio a la cultura materna, la edad, ya superada la infancia, a la que llegan al país extranjero,  y a las barreras en ocasiones establecidas por los propios ciudadanos nacionales, pero también por una especie de deseo propio de la comunidad inmigrante de mantener lo que les es propio y que los hace diferentes de la sociedad receptora, un deseo de recordar lo que dejaron en su país y de mantenerlo al menos en casa y con la familia.

 

Sin embargo,  el caso de los hijos de estos inmigrantes es diferente. Los que vinieron a España cuando eran todavía niños o los que nacieron en el país tienen un arraigo a la cultura y sociedad española mucho mayor que la mayoría de sus padres, ya que, después de todo, es en la que vivirán su infancia y adolescencia, momento de la vida en la que más se asimila no sólo la cultura, sino, por así decirlo, todo.

En el idioma castellano a este grupo social se le ha llamado de diferentes maneras a lo largo del discurrir de los años. En un principio se utilizó el término “segunda generación de inmigrantes”, pero este vocablo incluye un cierto sesgo peyorativo al insinuar que, a pesar de haber nacido en España o estar nacionalizados, continuaban siendo inmigrantes, los “otros”. Esto provocaba lingüísticamente un rechazo inconsciente hacia este colectivo. Posteriormente se consideró más adecuado el término “hijos de inmigrantes”, aunque continúa teniendo un factor de separación del resto de la sociedad.

Sin embargo, según un artículo publicado en varios medios españoles en mayo de 2013, que se apoyó en los datos de una Investigación Longitudinal sobre la Segunda Generación en España realizada por el profesor de la Universidad de Princeton, Alejandro Pontes y  la profesora Rosa Aparicio, del Instituto universitario Ortega y Gasset, estos “hijos de inmigrantes” no se consideran discriminados en las escuelas e incluso la mitad de los encuestados decían sentirse españoles.

 

Aunque el artículo no lo mencione, esa tendencia a “sentirse español” es mayor entre los niños de menos de diez años más o menos, pues durante la adolescencia y la posterior adultez el “hijo de inmigrante” recupera la cultura de sus padres y trata de buscar su identidad como un “árabe” en una sociedad distinta, aunque sea perfectamente capaz de actuar de manera acorde a la cultura española.

Los tres “hijos de inmigrantes” reflejados en este reportaje son personas que, en mayor en menor medida, se han integrado en la sociedad pamplonesa, navarra, española e incluso occidental. No son aquellos hijos que, por una razón u otra, han mirado con hostilidad a la sociedad que no siempre los ha tratado con amabilidad o brazos abiertos para centrarse en los núcleos de inmigrantes en pamplona.

 

Existen tres tipos básicos de la segunda generación de inmigrantes. El primero es aquel que, aunque ha asimilado algunos aspectos de la cultura receptora, ha preferido minimizar esa influencia al mínimo, centrándose en potenciar y recuperar la cultura de sus padres. En general, este tipo intenta no relacionarse con la sociedad y ciudadanos del país receptor sino que prefiera rodearse de otros inmigrantes. Un segundo caso sería aquel que ha asimilado los rasgos de la cultura occidental y los ha aplicado a su vida casi en su totalidad. Estos hijos de inmigrantes son conscientes de que tienen algo distinto, que son árabes, pero, por así decirlo, no lo muestran en las acciones, sino que es un sentimiento interno. En tercer lugar estaría aquel que prefiere la cultura materna, que es la que vive y siente, pero está perfectamente integrado en la sociedad, pues, sin asimilar los elementos, es capaz de respetarlos y vivir con ellos, aun cuando en su casa y especialmente en su identidad, tienda hacia la cultura materna sin duda alguna.

 

 

 

Cada uno de estos tres chicos ofrece su visión de distintos aspectos y facetas de la cultura, como la política, las relaciones interpersonales y la religión, pero también de cosas "más banales" como la comida, el alcohol o el vestido.

Autor de la fotografía: Alicia Arena Alamillos. Algunos derechos reservados
Faisal

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15 años, le gusta el skateboard. Hijo de madre marroquí y padre pamplonés converso al islam.  Nacido en Pamplona y habla un poco de árabe.

Autor de la fotografía: Alicia Arena Alamillos. Algunos derechos reservados
Barri

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Mamadou Hassimiou Barri, aunque pocos le llaman por su nombre. Lleva desde los cinco años en Pamplona y estudia ingeniería. 

Fares

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Nacido en Jordania hace 21 años, emigró junto con su familia a Pamplona. Su padre empresario, su madre ama de casa y dos hermanos pequeños. Estudia farmacia en la Universidad de Navarra.

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